Que demasiao, un ejercicio de traducción interlectal

Por Camila Domínguez

La canción «Que demasiao» del compositor e intérprete Joaquín Sabina está escrita en una variedad coloquial, juvenil, jerga madrileña suburbial. Sabina emplea constantemente referencias a palabras “de moda” en los años de la movida madrileña, no en vano escribió la canción en el año 80, es decir en el momento de pleno auge de este movimiento cultural. Toda la letra es una referencia a la cultura marginal juvenil de aquella época. Algunos de los términos y giros empleados se han mantenido en el tiempo y siguen utilizándose hoy en día, por eso en general no hay grandes complicaciones para los hablantes nativos españoles, a pesar del desfase temporal. Sin embargo, hay otras expresiones que no encontramos habitualmente en la actualidad y que pueden ser difíciles de comprender incluso para un hispanohablante peninsular, sobre todo si no está familiarizado con las características del lenguaje de esos años.

Por otro lado, encontramos una serie de palabras y expresiones que plantean dificultades de comprensión, tanto a individuos que no tienen el español como lengua materna como a los que hablan una variedad distinta al español peninsular (como el español de Colombia y de México).

Una vez que se lleva a cabo la lectura de la canción se hace una explicación del significado de dichos términos, de acuerdo con el español peninsular estándar, así como la traducción supralectal de algunas expresiones con el fin de poder traducirlas posteriormente a otra variedad del español.

Principales dificultades de comprensión:

DEMASIAO: Comenzando por el propio título, encontramos un participio en el que se ha eliminado la “d”. Este rasgo es característico de un uso muy descuidado  aunque demasiado común de nuestra lengua, que nos hace pensar en un hablante poco culto. Sin embargo, cada vez se oye más en la lengua hablada como consecuencia de una pronunciación más relajada. Se repite a lo largo del texto: “has ordenao” “mercao”, “preguntao” “desarmao”, “descarao”, “desangrao”.

MACARRA: Según la RAE “Dicho de una persona: Agresiva, achulada. Vulgar, de mal gusto”

CEÑIDO PANTALÓN: No plantea problemas de comprensión, pero se desconocen las implicaciones culturales y la ubicación espaciotemporal de esa moda. Explicamos que  fue una tendencia entre los jóvenes españoles en los años 80.

PANDILLERO: Hay dificultades de comprensión. Según la definición del DRAE un pandillero es “aquél que forma parte de una pandilla”, pero debemos matizar que pandilla en este caso concreto se relacionaría más con la acepción de “liga o unión que forman algunos para engañar a otros o hacerles daño”.

SUBURBIAL: Intentamos facilitar la comprensión explicando que un suburbio es un barrio de las afueras de una ciudad y que suele referirse a zonas pobres o marginales.

TE LO MONTAS: Se trata de una expresión muy coloquial que resulta desconocida a gran parte de los miembros del grupo. Usamos el término “te las das de…” o “te crees” que son más estándar.

MATÓN: De nuevo, es una palabra muy coloquial que se define como “persona a la que le gusta  intimidar y meterse en problemas”.

GOLFO: Usamos sinónimos como “sinvergüenza, vividor, pillo” para que se entienda mejor el significado. Es una palabra bastante empleada en la lengua estándar así que creemos que no es necesario modificarla.

CANUTO: Lo sustituimos por “porro” y comprobamos que este segundo término es mucho más conocido por los hablantes no nativos.

DARLE (AL CANUTO) CANTIDAD: Es una expresión poco conocida, para que resulte más fácil comprenderla, la definimos como “abusar de”, o simplemente “fumar muchos porros/hachís”.

PA: Forma vulgar de decir “para”. Indica un empleo descuidado e incorrecto del español. Se oye principalmente en la lengua hablada.

PASAS DEL ROLLO DE VIVIR: al ser una expresión muy coloquial que resulta desconocida a nuestros compañeros realizamos una traducción supralectal: “no te importa la vida” o “te da igual vivir”.

CHORIZO: se trata de un término vulgar, aunque sí se utiliza bastante en la lengua estándar, sobre todo en el lenguaje oral. Damos sinónimos como “ladronzuelo, caco, carterista” y explicamos que se trata de un ladrón de poca monta, que no roba cosas de mucho valor.

BUGATTI: plantea problemas a todos los miembros del grupo. Los hablantes nativos desconocemos si se trata de una marca concreta de coches o simplemente un término que se emplea en la canción como sinónimo de coche de lujo. Documentándonos, vemos que se trata de una marca de coches de lujo. Pensamos en la relación que puede existir entre este término y la palabra “buga” que se usa en un registro coloquial para designar un coche caro o lujoso. Creemos que posiblemente esta palabra se haya formado a partir de la marca de coches.

TE COME LA MORAL: hacemos una traducción supralectal para que pueda entenderse más fácilmente. Podría ser algo así como “te obsesiona”.

A PUNTA DE NAVAJA: explicamos que esta expresión se utiliza cuando te amenazan apuntándote con una navaja.

COCHE VACILÓN: aquí “vacilón” se usa como sinónimo de “bonito”, “con el que puede presumir”, “que te gusta”.

VIEJA: como sinónimo de “madre”. A los hablantes latinoamericanos les resulta un término familiar ya que lo emplean en sus geolectos. En España no se emplea muy a menudo con este significado, suelen usarlo los jóvenes.

APURA: Proponemos sinónimos para facilitar la comprensión. “Agotar, acabar”

MERCAO: proponemos “comprar” como sinónimo de “mercar” para que el significado quede más claro.

PARNÉ: es un término vulgar procedente del caló que se emplea poco. Lo traducimos por “dinero” que sería la palabra más empleada en la lengua estándar.

PASMA: plantea problemas. Explicamos que se trata de un término vulgar y despectivo para referirse a la policía.

PISÁNDOTE EL TALÓN: Lo sustituimos por “va persiguiéndote”, “va siguiéndote muy de cerca”.

BRONCA: Se utiliza mucho en la lengua estándar. Sin embargo, puede plantear algunos problemas de comprensión a hablantes no nativos. Para resolver estas dificultades explicamos que una bronca es una “riña, pelea o disputa”.

CHAVALAS: Aclaramos el significado de esta palabra, exponiendo que se utiliza para referirse únicamente a chicas jóvenes.

DESCARAOS: Utilizamos sinónimos para explicar el significado. Empleamos “sin escrúpulos, sin pudor, sin esconderse, a la cara”

PIRAMIDÓN: Plantea dudas incluso a los hablantes de español peninsular. Sabíamos que se llama así a un hospital madrileño y estábamos casi convencidos de que se trataba del Hospital Ramón y Cajal. Lo consultamos y vimos que estábamos en lo cierto.

PALMARLA: Es un término muy coloquial que da problemas. Hacemos la traducción supralectal cambiándolo por “morir”.

QUÉ DEMASIAO: Expresión coloquial. Damos otros ejemplos de expresiones que tienen un significado cercano como pueden ser: Qué fuerte, qué guay (utilizadas sobre todo por los jóvenes), qué bien (más neutra). Nuestros compañeros conocían estas expresiones, a pesar de que las dos primeras son bastante coloquiales.

DE ESTA…: Es más fácil de entender si lo cambiamos por “esta vez ya…” o “ahora si que…”

Una vez aclaradas todas las dificultades o problemas que podía plantear el texto pasamos a la traducción interlectal al geolecto de Colombia, que pertenece a una comunidad de habla hispánica no peninsular.

Qué chimba

(Traducción al español de Colombia)

Ampón de pantalón entubado
Pandillero tatuado de un barrio marginal
Hijo de la derrota y el alcohol
Sobrino del dolor
Primo hermano de la necesidad
Tu colegio fue la cárcel
Tu profesora una mesa de billar
Te las das de papacito y de matón
De perro y de ladrón
Y de pegarle duro al porro.
Aún no tienes años pa votar
Y ya te vale huevo la vida
Choro y delincuente habitual
Contra la propiedad
De los que no te dejan elegir
Si al fondo de la calle oscura
Un BM te tienta
A punta de navaja y empujón
El carro tentador
Va cambiando de dueño y de lugar
Que nadie se mueva-les ordenas
Y ya llevas quince atracos en un mes
Tu cucha se boga el vino que mercas
Y nunca te ha preguntado
¿De dónde sale toda esa plata?
La tomba te está pisando los talones
Armas bonche por donde quiera que vas
Las viejas del barrio sueñan con
Robarte el corazón
Si el sábado las llevas a bailar.
Una noche que andabas desarmado
La muerte en una esquina te esperó,
Te pegaron seis tiros de frente
Y luego desangrado
Te ingresaron en el San Juan
Pero antes de colgar los guayos se te oyó
Decir: “que chimba, con esto sí me sacan en televisión”.

 

Lee la letra original aquí.


Castellano bien templado

Fragmento del texto de Miguel Sáenz, traductor literario, para la revista de traducción Entreculturas.

Castellano bien templado

“Das Märchen ist ganz musikalisch”

(El cuento es muy musical)

Novalis

Entre los cientos de metáforas que se han utilizado para describir el misterioso proceso (Borges) de la traducción, la de la interpretación musical ha sido siempre mi preferida. Cuando me sitúo ante un texto (que normalmente coloco en un atril), me siento como un músico dispuesto a acometer la tarea de descifrar, asimilar y expresar lo que otro compuso. Por eso me sorprendió que, en el excelente programa de Radio Nacional “A dos voces” de Luis Gago, dos traductores, Amaya Lacasa (Bulgakov, Pushkin, otros) y Eustaquio Barjau (Peter Handke, pero también Hölderlin o Rilke), ambos de gran sensibilidad musical, rechazaran el paralelismo. Para Lacasa, traducir era algo muy distinto de interpretar; para Barjau, algo mucho más modesto. Menos mal que otro día, en el mismo programa, Javier Marías (Sterne, Conrad, Ashbery, Yeats) dijo que, en su opinión, las traducciones eran como variaciones sobre un tema original.

Desde entonces no he hecho más que dar vueltas a la cuestión, y cada vez me convenzo más de que la metáfora es válida, sumamente  válida… siempre que no se olvide que se trata de una metáfora (etimológicamente, una “traslación”) y no de una igualdad absoluta reconfortado encontrar un texto de la finlandesa Oili Suominen: “Todos los traductores de Grass tienen la misma partitura delante, pero cada uno toca su propia interpretación y frasea a su modo, y cada instrumento tiene su propio sonido”.

En mi opinión se trata de una imagen tan útil, en muchos aspectos, que no me resisto a enumerar algunos. En primer lugar, el de las relaciones entre autor y traductor, y entre original y obra traducida. Si la traducción es una interpretación (musical) del texto, resulta perfectamente comprensible por qué puede haber innumerables traducciones válidas; y por qué una (o varias) de ellas puede ser considerada como “de referencia” (no me gusta la palabra “canónica”, ninguna traducción “va a misa”), es decir, como la traducción que hay que leer si no se domina el idioma original o como la traducción de la que no se podrá prescindir si se quiere hacer otra, aunque sea para rebelarse contra ella o para dejarla en ridículo. Muy benjaminiamente comprende también por qué la versión del propio autor es sólo la primera, y todas las demás vienen a completarla y enriquecerla; por qué es imaginable (al menos teórica y, en alguna ocasión, prácticamente), que esa primera interpretación no sea necesariamente “la mejor”… (¿Es realmente Strawinsky quien mejor dirigió a Strawinsky, o cabe preferir las versiones de Ernest Ansermet?). Se puede resolver la vieja discusión de si el traductor nace o se hace, porque las Facultades se nos convierten en conservatorios en donde los futuros traductores estudian técnicas y aprenden fundamentos teóricos (llámense como se llamen, pero en el fondo solfeo, armonía y composición), aunque necesiten también algo que ningún conservatorio, ninguna facultad universitaria puede darles; y entendemos asimismo por qué proliferan actualmente los traductores de digitación vertiginosa, pero sin alma. Por qué “envejecen” las traducciones: es sólo porque su estilo de interpretar ha pasado de moda. Se nos aclara también, y no es poco, el problema de los instrumentos antiguos, es decir, de los “castellanos” de época que debemos –o no debemos– emplear al traducir los clásicos, discusión que en el ámbito musical no parece haber terminado y que en el de la traducción sigue igualmente abierta.

La metáfora musical ayuda también a comprender el problema de la necesaria empatía entre autor y traductor, entre compositor e intérprete. Nos recuerda que no se puede  traducir, interpretar hoy a Schumann o Schnitzler como interpretaríamos a Kafka o Janáček; nos enfrenta con el problema de si un traductor o un músico es una “chica para todo” que puede interpretar a cualquier autor, o si debe y tiene que especializarse; de si hay “voces” traductoras más adaptadas al bel canto y otras que se prestan más al verismo; si hay que tener cierta edad, o cierta experiencia (o ambas cosas), para traducir/interpretar a Wagner o Shakespeare; es decir, si un intérprete debe esperar a que su voz se ensanche y afirme antes de cantar el Tristán… y no traducir el King Lear antes de cumplir los sesenta años. De si puede ocurrir que un traductor, veinticinco años después de haber interpretado sus Variaciones Goldberg, pueda sentir, como Glenn Gould, la irresistible necesidad de grabarlas de nuevo, de hacer una nueva traducción. Y, en el plano universitario, si no tendría que haber para los traductores manuales de ejercicios como el Czerny para el piano o el Dionisio Aguado para la guitarra, o si alguien no debería inventarse un método Suzuki para enseñar a los niños a tocar, desde muy pequeños, el violín de la traducción… De paso, también resulta evidente por qué el nombre del traductor debe figurar en la portada del libro: nadie quiere escuchar simplemente una Novena de Mahler sino una Novena de Mahler dirigida, por ejemplo, por Abbado.

Sin embargo, hora es ya de explicar el título de este artículo. La verdad es que el título que yo di cuando se me pidió, mucho antes de escribir una sola línea, fue “El castellano bien temperado”, en obvia alusión a la famosa obra de Bach. Sin embargo, cuando vi que el título se había transformado en “El castellano bien templado” – no sé si por error o porque alguien pensó que “templar” era más castellano – me gustó. En el fondo yo quería hablar de un instrumento (el idioma español) bien temperado, pero también, por supuesto, bien templado.

Para leer el texto completo pincha en Entreculturas.